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5 cosas que creías muy antiguas y en realidad no lo son

5 cosas que creías muy antiguas y en realidad no lo son

No todo lo que parece antiguo lo es. Desde los orígenes del cristianismo hasta la invención del cero, te contamos la verdad detrás de estas ideas y costumbres que parecen eternas. ¡Te sorprenderá lo reciente que son!

En nuestra rutina diaria, pocas veces nos detenemos a reflexionar sobre el origen de las cosas que damos por sentadas. Desde nuestras costumbres hasta las creencias que moldean nuestra vida, muchas de ellas parecen haber existido desde siempre, pero en realidad son más recientes de lo que imaginamos. A continuación, te presentamos cinco ejemplos sorprendentes de cosas que creías muy antiguas y no lo son.

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5. El cristianismo: una religión «joven» en la historia espiritual

Aunque el cristianismo es una de las religiones más influyentes del mundo, su antigüedad palidece frente a otras tradiciones espirituales. Surgió en el siglo I d.C., derivado del judaísmo, y se consolidó como religión oficial del Imperio Romano en el año 380 d.C. con el Edicto de Tesalónica. Esto significa que, en los más de 200.000 años de historia religiosa de la humanidad, el cristianismo ha existido solo durante los últimos 2.000 años.

Comparado con religiones como el hinduismo, que tiene más de 4.000 años de antigüedad, o con las creencias prehistóricas documentadas en estatuillas como las de la diosa Venus (de hace más de 25.000 años), el cristianismo es relativamente reciente. Durante la mayor parte de nuestra historia espiritual, las creencias politeístas y animistas dominaron el panorama religioso. Así que si pensabas que el cristianismo era «eterno», te sorprenderá saber lo joven que realmente es.

Aunque el cristianismo es una de las religiones más influyentes del mundo, tiene solo un poco más de 2.000 años. Comparado con religiones como el hinduismo o las creencias prehistóricas, es sorprendentemente reciente.

4. Las tres comidas diarias: un hábito moderno

El esquema de desayuno, almuerzo y cena parece un pilar inamovible de nuestra rutina diaria. Sin embargo, esta costumbre no siempre fue parte de la vida humana. Antes del siglo XIX, la mayoría de las personas comían solo dos veces al día: un desayuno temprano y una cena al anochecer. Este patrón cambió con la llegada de la iluminación eléctrica y los horarios laborales regulares durante la Revolución Industrial.

En épocas aún más antiguas, como en la Antigua Roma o Grecia, era común realizar una sola comida principal al día. La idea de tres comidas diarias se popularizó recién en los años 20 del siglo XX debido a cambios culturales y económicos que establecieron horarios más estructurados para trabajar y comer. Este hábito moderno refleja cómo nuestras costumbres alimenticias están profundamente influenciadas por avances tecnológicos y sociales.

El esquema de desayuno, almuerzo y cena es un invento moderno que se popularizó en el siglo XIX gracias a la iluminación eléctrica. Antes de eso, muchas personas solo comían dos veces al día o incluso una sola vez.

3. La adolescencia: un concepto reciente

Aunque los jóvenes siempre han existido, el término adolescencia es una invención moderna que surgió tras la Segunda Guerra Mundial. Antes del siglo XX, solo se reconocían tres etapas en la vida: niñez, juventud y adultez. No había un periodo intermedio; se esperaba que los niños asumieran responsabilidades adultas tan pronto como fueran físicamente capaces.

Fue a mediados del siglo XX cuando se definió formalmente esta etapa como un puente entre la niñez y la adultez, marcada por cambios hormonales y psicológicos. Factores como las leyes contra el trabajo infantil, el acceso a la educación secundaria y el aumento del poder adquisitivo juvenil ayudaron a consolidar este concepto. Hoy en día, consideramos la adolescencia como una etapa clave del desarrollo humano, pero su reconocimiento como tal no tiene más de 70 años.

La adolescencia, tal como la conocemos hoy, fue reconocida formalmente en los años 50. Antes de eso, los jóvenes pasaban directamente de la niñez a la adultez sin esta etapa intermedia.

2. El número cero: menos antiguo de lo que parece

El cero es fundamental para las matemáticas modernas y parece haber existido desde siempre. Sin embargo, su invención es relativamente reciente si consideramos toda la historia humana. Aunque civilizaciones como los babilonios y los mayas usaron símbolos para representar «la nada», fue en India donde se formalizó su uso como número alrededor del siglo V d.C.

El matemático indio Brahmagupta definió por primera vez las reglas para operar con el cero en el siglo VII d.C., pero este concepto tardó siglos en llegar a Europa debido a la resistencia cultural hacia nuevas ideas matemáticas. No fue hasta el siglo XIII cuando el sistema hindú-arábigo (que incluye al cero) fue adoptado ampliamente en Occidente gracias a matemáticos como Fibonacci. Hoy en día, no podemos imaginar un mundo sin este número esencial para todo tipo de cálculos.

Aunque esencial para las matemáticas modernas, el número cero fue conceptualizado en India hace menos de 1.500 años. Su adopción en Europa no ocurrió hasta el siglo XIII.

1. Los seres humanos: recién llegados al planeta

Aunque dominamos el planeta y hemos transformado su paisaje como ninguna otra especie antes, los Homo sapiens somos sorprendentemente jóvenes en términos evolutivos. Nuestra especie apareció hace aproximadamente 300.000 años; esto equivale al 0.003% de los 4,540 millones de años que tiene nuestro planeta.

Si ampliamos aún más nuestra perspectiva al universo entero —con una edad estimada entre 12 y 14 mil millones de años— nuestra existencia se vuelve insignificante. Además, antes de nosotros existieron otras especies humanas como el Homo erectus o los neandertales, quienes también dejaron su huella antes de desaparecer. En comparación con estas vastas escalas temporales geológicas y cósmicas, somos apenas un parpadeo en la historia universal.

Los Homo sapiens llevamos apenas 300.000 años en un planeta que tiene 4.540 millones de años. Nuestra existencia es insignificante frente a la inmensidad del tiempo geológico y cósmico.

Percepciones engañosas

Estas cinco cosas nos enseñan cómo nuestras percepciones pueden ser engañosas frente al contexto histórico global. Lo que consideramos «antiguo» puede ser apenas un destello reciente en comparación con la inmensidad del tiempo humano y cósmico. Reflexionar sobre ello nos invita a valorar tanto nuestros logros modernos como nuestra conexión con un pasado mucho más profundo e intrincado del que solemos imaginar.

Con información de: Ojo Científico | Foto portada: Rosario / Shutterstock

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