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El artista que se volvió loco tras enamorarse de su propia escultura

Según la mitología griega, un hombre cansado de buscar el amor en carne y hueso, decidió dedicarse a crear esculturas de mujeres perfectas hasta lograr lo que él consideraba como ideal. Una vez que lo logró, cayó bajo un misterioso hechizo de amor y se obsesionó con aquella joven de mármol que él mismo había diseñado ¿Quién la creó? ¿Qué sucedió? Aquí te contamos todo:

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¿Quién fue Pigmalión? Un rey cansado de la soledad

Pigmalión, rey de Chipre, pasó muchos años de su vida buscando a la mujer ideal, pero  nadie parecía cumplir sus expectativas. Cansado de estar solo y aburrido de la monotonía de su vida, decidió comenzar a crear esculturas que se asemejaran a lo que él consideraba ideal. Después de múltiples intentos fallidos y numerosos experimentos,  había logrado compaginar todas sus ideas en un prototipo de mujer, pero era tan perfecta que aún no había logrado plasmarla en la piedra.

La emoción de materializar su idea, lo hizo trabajar sin parar, hasta que consiguió su propósito: creó a una mujer esbelta y de admirable belleza, totalmente esculpida a su gusto. Había materializado a lo que para él sería la mujer ideal y la llamó Galatea.

El origen de la escultura, por el pintor francés Jean Baptiste Regnault (1786).
Escucha «El artista que se enamoró de su propia escultura – Mitología • Culturizando» en Spreaker.

La felicidad se tomó de la mano con la frustración

El rey después de mucho tiempo había logrado sentirse feliz, pero algo parecía faltarle. Acostumbrado a su soledad, nunca había sentido el deseo de tocar a una persona, de sentir su calor o escuchar el sonido de su voz hasta que conoció a Galatea.

Sus días trascurrían en el estudio en el que la guardaba, no quería compartirla con nadie. Se estaba volviendo loco. La fuerza de la admiración que sentían por ella lo hacían imaginar que tenía vida, que la dura piedra se convertía en tibia piel, pero nada funcionaba. La felicidad de haber conseguido a la mujer ideal se opacaba totalmente con el pensamiento de que ella nunca podría amarlo tanto como él lo hacía.

Pigmalión entró en desesperación, no podía seguir amando a una roca, parte de su alma le imploraba que le diera vida pero ¿Cómo iba a hacerlo? Estaba hecha de piedra, él mismo la había construido. Necesitaba un milagro, la intervención de los dioses.

 Pigmalión y Galatea del pintor y escultor francés Jean León Gerome (1890)

¿El amor verdadero nace de la admiración?

Eso solía decir Platón y al parecer, a Pigmalión le funcionó. Sus ganas de que Galatea fuera real lo hacían soñarla casi todas las noches. Un día decidió pedirle a Afrodita que lo ayudara. Esa noche soñó que besaba los labios de Galatea y que ésta se convertía en carne y hueso. Al despertar, había sucedido. La mujer que tanto había soñado estaba frente a él, totalmente real, a su lado estaba Afrodita quien le dijo:“Mereces la felicidad, una felicidad que tú mismo has plasmado. Aquí tienes a la reina que has buscado. Ámala y defiéndela del mal«

Desde ese momento, Galatea se convirtió en humana y vivió por siempre en los brazos de Pigmalión.

Con información de Greeka

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