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Vidas Interesantes: Naomi Uemura, el explorador valiente y solitario

Vidas Interesantes: Naomi Uemura, el explorador valiente y solitario

«Mientras espero el avión que me trasladará a mi base de operaciones, repaso los 57 días fatigosos que acaban de pasar, y pienso en mi esposa y en las innumerables personas que me ayudaron. Estoy feliz: por primera vez el hombre ha llegado solo al polo norte» 

INTERESANTE

Fragmentos del diario de Naomi Uemura
1 de mayo de 1978

Naomi Uemura nació en Hidaka, ahora parte de Toyooka, Hyogo, Japón. Tímido por naturaleza, comenzó a escalar cuando estudiaba ingeniería agrícola en la universidad, con la esperanza de que el montañismo aumentaría su confianza en sí mismo.

Se hizo famoso al hacer solo, lo que antes se había hecho con grandes equipos. Por ejemplo, fue la primera persona en alcanzar el Polo Norte en solitario; el primero en descender, también en solitario, el río Amazonas en una balsa recorriendo más de 6.000 kilómetros; formó parte de la primera expedición japonesa que consiguió llegar a la cima del monte Everest, y escaló solo las montañas más altas del mundo, incluidos el Mont Blanc y el pico McKinley.

Para su expedición al Polo Norte, Uemura partió de la isla de Ellesmere, en el extremo norte de Canadá, y empleó 57 días en recorrer, a bordo de un trineo tirado por perros, los 800 kilómetros que le separaban del Polo Norte.

Apenas conseguida esta hazaña, el explorador japonés fue trasladado en avión al norte de Groenlandia y emprendió, también en solitario, el viaje de Norte a Sur, de casi 3.000 kilómetros, hasta llegar, tres meses después, a Narsarssuak, en el extremo meridional de la isla.

«Tengo que encontrar algo nuevo, algún desafío que me satisfaga», decía el aventurero. Uemura creía que el origen de sus afanes de aventuras cada vez más difíciles radicaba en un complejo de inferioridad motivado por su escasa estatura.

En cuanto a por qué realiza la mayor parte de sus expediciones en solitario, Naomi Uemura argumentaba que la soledad en medio de la naturaleza le permitía reflexionar sobre sí mismo y sobre el mundo.

Para estar en buenas condiciones antes de emprender su aventura por Groenlandia y el Polo Norte, Uemura se fue a vivir durante un año con una tribu de esquimales de Groenlandia. Allí aprendió a manejar un trineo de perros y a sobrevivir en medio del Ártico. Como ensayo de su viaje, Uemura viajó más de 10.000 kilómetros, desde Groenlandia a Alaska, por lo que él llamó una «ruta fácil».

Según sus palabras, sólo en dos ocasiones temió por su vida en su aventura por el Ártico. En una de ellas, se rompió el hielo sobre el que viajaba y quedó flotando en un gran pedazo de hielo y nieve, que se movió a la deriva durante varias horas, amenazando constantemente con resquebrajarse y hundirle en unas aguas de las que no hubiera podido salir.

En otra ocasión, un oso polar llegó por la noche a su campamento y rompió a zarpazos la tienda de campaña en la que dormía el explorador. Envuelto en su saco de dormir y a varios metros de su rifle, que por otra parte estaba descargado, Naomi Uemura aguantó sin moverse ni apenas respirar la inspección a la que le sometió el oso, que llegó a empujarle varias veces con el hocico. Al día siguiente, Uemura tuvo que matar al animal con su rifle, porque volvió al campamento. Según las leyes canadienses, el explorador tuvo que dar parte de la muerte del animal y llevar la mandíbula inferior del mismo para comprobar la edad del oso muerto.

Naomi Uemera contó que comía carne cruda una sola vez al día y que uno de sus mayores problemas se los provocó una perra, que dio a luz a media docena de cachorros durante el viaje. Algunos cachorros fueron devorados por los otros perros que tiraban del trineo (entre 12 y 17 en total), pero los restantes llegaron sanos y salvos al final de la aventura.

Un satélite de la NASA, el Nimbus-6, siguió el rastro del explorador a través de un dispositivo que emitía señales de radio desde el trineo. Cuando, con la ayuda de un sextante, logró alcanzar el punto exacto del Polo Norte, llamó por radio y un helicóptero con varios fotógrafos y periodistas llegó para constatar su hazaña.

Uemura, que confesó que en los momentos de mayor peligro llamaba mentalmente a su esposa, que residía en Tokio, para que viniera en su ayuda.

Varios años y aventuras después, un 13 de febrero de 1984, de regreso de su segunda cumbre en el Denali, el McKinley (realizada el día de sus 43 años, el 12 de febrero), Uemura desapareció. El personal que hacia el apoyo logístico perdió el contacto radial con él y su muerte conmovió al mundo alpinístico. Fue encontrado parte de su equipo en su último campamento, pero ningún rastro de su persona.

Naomi Uemura es recordado no sólo por ser un escalador dotado y un aventurero, sino también como una persona humilde, sencilla, valiente y amigable.

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