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Usando talla

Usando talla «XL» en el país de la misses

OPINIÓN.- Poseer una bonita figura hoy día ha pasado a ser sinónimo de valor social, así como de éxito personal y profesional. Este afán es conocido como la epidemia de «culto al físico». En nuestro país esto es toda una cultura y la peor parte nos toca a las mujeres, al llegar a la adolescencia, la ropa de los varones continúa siendo cómoda y holgada, pero en las chicas se torna ajustada: blusas, jeans, tops, shorts, parecen estar diseñados para dibujar su silueta, de manera que cualquier rollo delator sea puesto en evidencia, desde ahí comienza el calvario.

El venezolano tiene la mala costumbre de pesarte en lugar de saludarte: ¡Hola! ¡que flaca/gorda estás! es un tema mucho más complejo, que simple frivolidad, acá no hace falta ser obesa para ser considerada gorda. (Pongo el ejemplo, mi ropa comprada fuera es talla L, aquí es casi imposible) es que tenemos unos estándares diferentes en cuanto a las medidas definitivamente; en la mayoría de las tiendas la talla más grande es «M» lo que suelo atacar con mi infaltable toque de sarcasmo, preguntando al ser atendida … ‘aparte de tallas para Barbies, ¿tienes para gente real?’

INTERESANTE

Absolutamente todo nos grita: ¡tienes que ser flaca! y así es, como consciente o inconscientemente, entramos en una carrera despiadada por tener un cuerpo escultural, muchas veces descuidando otros aspectos de igual o mayor relevancia, ojalá invirtiéramos la misma cantidad de dinero/tiempo en cultivar el intelecto. Mientras anhelamos «ese» cuerpo, podemos entrar en una tortura descomunal que no nos va a llevar a ningún lado, más que al sufrimiento y muchas veces llega a atentar con nuestra salud y en casos más extremos con nuestra vida. Mucho más cuando la exigencia por ser delgada es marcada por una voz en off diciendo que hay que tener 90-60-90 porque para colmo vivimos en el país de las «misses», sí el que ha acumulado más títulos de belleza que ningún otro.

En mi caso particular puedo decir que no siempre fui «gordita», aunque sí de curvas (pasaba 52 kgs.) después de dos embarazos, un metabolismo nada privilegiado (me engorda cada respiro y cada vaso de agua que tomo), una buena dosis de descuido y causas de salud; obviamente esos 52 solo quedaron para el recuerdo; aunque admito, que estoy en vías, no de tener ese peso nuevamente, pero sí de lograr uno, que por encima de cualquier cosa, no atente contra mi salud y me permita sentirme más cómoda de lo que ya estoy.

Soportar las presiones externas y vivir plenamente aún con unos cuantos kilos demás, no tiene porque ser una tarea titánica, es cuestión de actitud, si posees valores, una buena autoestima y tienes claro que las personas podemos ser lo que nos propongamos sin necesidad de un cuerpo 10, tienes buena parte del camino recorrido.

Hay que entender que medidas y tallas perfectas no existen y tu valor como persona no es una letra, ¡no permitas a nadie juzgarte o minimizarte por tu apariencia física! Cada uno tiene un molde el cual, guste o no; es quién eres, comienza por ¡a-cep-tar-te! ¿Te animas? Ojalá la sonrisa y las ganas de vivir se pudieran etiquetar en S-M-L-XL +

Una colaboración de @kharema para @Culturizando

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