Febrero 21, 2021

Los 6 tipos de preguntas para comunicarte mejor

Por Daniel ColomboLa comunicación humana, rica en lenguaje verbal y no verbal, presenta muchos recursos expresivos que, bien utilizados, te permitirán conectar mejor con las demás personas; incluso contigo mismo. Dentro del universo de herramientas están las preguntas.

Entre las más empleadas, existen seis tipos de preguntas, a saber: cerradas, abiertas, reflexivas, directas, retóricas y de opciones múltiples.

¿Por qué es importante distinguirlas? Porque son esenciales para interactuar en forma efectiva, ya que son la base de la comunicación entre las personas, más allá de la lengua o la cultura. Sirven para buscar información, conectar con otro tipo de conocimiento, pedir, reafirmar conceptos y profundizar en los vínculos, entre sus múltiples acepciones.

Acaso las preguntas surgieron como una manifestación sobre la curiosidad innata en las personas. Incluso cuando tú mismo te las formulas, el cerebro se moviliza para traer respuestas y conexiones para generar estímulos desafiantes y diferentes.

De niños a adultos

Cuando somos niños, las preguntas son más bien ingenuas, y tienden a obtener respuestas directas sin filtros y que, en general, puedan resolver necesidades inmediatas o inquietudes que parten de la curiosidad infantil.

Ya de adultos, nos adentramos en las razones de la vida y de las cosas; nos cuestionamos; reformulamos respuestas; conectamos con la profundidad del ser y buscamos referencias, datos, y conocer mejor desde dónde actúan las demás personas, entre millones de interpretaciones posibles.

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Los 6 tipos de preguntas para una mejor comunicación

Cuando exploras esta tipología de preguntas, te adentras en un universo que aplicas cotidianamente -quizás sin darte cuenta-. Si quisieras ser más asertivo en tus comunicaciones, esta explicación te ayudará a comprenderte y comprender mejor a los demás:

1.     Preguntas cerradas: en su mayoría se responden por “si” o “no”, o con frases cortas o una sola palabra. Sirven para conseguir o validar información inmediata. Se refieren a hechos concretos; son rápidas de responder y, quien las formula, mantiene cierto control de la conversación. Las reconocerás rápidamente en interrogatorios directos. Ejemplos: “¿Estabas allí?”, “¿Quieres saber más?”, “¿Te gustaría ir al cine?”. La ventaja es la rapidez de resolución, y la desventaja, es que si deseas profundizar necesitarás combinarlas con otras preguntas.

2.     Preguntas abiertas: requieren respuestas más extensas, ya que eso es lo que buscan. Necesitan de mayor elaboración, y permiten profundizar en aspectos claves sobre los que se desea preguntar. Además, al hacerlo, involucras más a la otra persona, y no alcanza con responderlas con “si” o “no”. Ejemplos: “¿Cuál es su opinión?”, “¿Qué pasó que llegaste tarde?”, “¿Cuál fue tu último gran reto?” Se basan en pronombres como qué, cuándo, por qué, quién, cómo, cuánto, etcétera. Se utilizan para indagar sobre pensamientos, ideas, creencias, y articulan conversaciones más ricas por cuanto llevan a expresar sentimientos, opiniones y visiones de las cosas. Además, entregan el control de la conversación a la persona que responde.

3.     Preguntas reflexivas: Este tipo de preguntas aportan más detalles sobre quien responde; permiten ir más allá de lo que te dicen. Generalmente son hipotéticas o condicionales; de alguna forma, se puede influenciar a la otra persona, como una inducción básica. Además, permite profundizar en las respuestas que recibes, para aclarar, reconsiderar, corregir o añadir conceptos.. Ejemplos: “¿Usted estaría conforme si llegamos a este trato comercial?”, “¿Qué puede hacer junto a mi para crear juntos un proyecto exitoso?”.

4.     Preguntas directas: Su forma permite inclinar un poco la balanza hacia el criterio imperante de quien pregunta, porque suelen incluir escenarios e ideas bastante claras que se infieren en el mismo cuestionamiento. Es una forma sutil de dirigir la intencionalidad de las respuestas que dará la otra persona; un ejemplo gráfico -en general- es cómo reaccionan los niños a estas preguntas directas, ya que suelen responder de acuerdo a lo que el mayor espera. Se combinan muchas veces con las preguntas indirectas. Veamos estos ejemplos, empezando por una formulación DIRECTA: “¿Cómo logras mantener tu mente en calma cuando afrontas situaciones tan desafiantes en tu ámbito laboral?” (observa que la pregunta presupone problemas en el trabajo del otro); INDIRECTA: “Me imagino que debe ser un desafío mantener la mente en calma ante situaciones desafiantes en tu ámbito laboral”. DIRECTA: “A mí me gustaría proponerte algo especial para ambos: ¿quieres que salgamos como pareja?”. INDIRECTA: “Me gustaría proponerte algo especial para ambos, y tiene que ver con invitarte a salir como pareja”.

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5.     Preguntas de opciones múltiples: Es una variedad de cuestionamientos directos-cerrados dándole al otro varias alternativas. Esto obliga a la persona a escoger lo que considera mejor, en el momento. Se utilizan en ventas, en exámenes o cuando hay que obtener información mediante cierto direccionamiento. Suelen presentar al menos dos alternativas (es decir, una dicotomía, entre una cosa y otra). A la vez, cuando una persona se pierde en las respuestas, ayudan a encontrar el ritmo y dirección de la conversación. Incluirás opciones dentro de otras, incluso si quieres distraer la atención de la otra persona, hasta entregar al final la dicotomía. Ejemplos: “¿Es usted una persona segura de sí misma o siente que se deja influenciar por los miedos internos?”; “¿Quiere tomar un café, o quizás algo fresco?”.

6.     Preguntas retóricas: Están diseñadas para crear empatía o generar pensamientos rápidos que se traduzcan en respuestas inmediatas antes de seguir abordando un tema. Es la técnica que utilizan los grandes oradores, donde rematan conceptos con frases como “¿Sí o no?”, “¿Vamos bien hasta aquí o pasamos a otro tema?”, y sirven para retomar la consciencia del público sobre un tema. A veces tienen toques de humor, como por ejemplo cuando alguien finaliza una frase con un refrán popular, y permite que el otro (o el público) lo complete verbalmente.

Finalmente, el lenguaje gestual y la comunicación no verbal es igualmente de elocuente para formular preguntas; no siempre es necesario usar palabras. El caso típico es cuando enfatizas una idea con un gesto de tu rostro, o con las manos, apoyando en forma silenciosa algo que es más expresivo que si lo dijeras en una frase.

Como observas, el tema de las preguntas no es una simple cosa de hacer cuestionamientos; sino más bien de elaborar, enriquecer, hilvanar y despertar el poder comunicativo, en ti y en los demás, para hacer más fluidos los intercambios.

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