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Horrores Humanos: El Monstruo de Florencia

Horrores Humanos: El Monstruo de Florencia

«Los turistas que visitaron Florencia en aquella época nunca olvidarían los omnipresentes carteles en que un único ojo advertía a las parejas contra el Monstruo…»

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Thomas Harris

El asesino bautizado como “El Monstruo de Florencia», actuaba en las noches de verano, cuando las jóvenes parejas buscaban intimidad dentro de un vehículo, lejos de miradas indiscretas. Cuando empezaban a quitarse la ropa, un hombre salía de la nada y en silencio les disparaba, apuñalaba y mutilaba los órganos sexuales de la mujer. Luego, se llevaba su vagina y su seno izquierdo como sendos trofeos, sin dejar testigos o alguna pista que hicieran posible su captura.

Fueron dieciséis crímenes a lo largo de dieciocho años. Crímenes sin móvil aparente, todos cometidos en noches sin luna, poco antes de medianoche. Aterrorizó no sólo esa provincia, sino a toda Italia entre los años 1968 y 1985. En una ocasión asesinó, al parecer por error, a una pareja de homosexuales.

Desde principio de los años ochenta varios expertos trataron de realizar un perfil psicológico del asesino, unas veces por solicitud de las autoridades que trabajaban en el caso, y otras por cuenta propia. Uno de estos retratos, sin lugar a duda el más completo, lo llevó a cabo el grupo de criminólogos de la Universidad de Módena, Francesco De Fazio, Salvatore Luberto e Ivan Galliani. Estos hombres elaboraron un extenso informe de 150 páginas, en las que tratan de responder a algunas de las preguntas que todos se habían estado haciendo, así como rasgos de «Il Mostro», tales como su físico, edad, origen y nivel cultural, el modus operandi y la psicopatología del sujeto; esto después de realizar un estudio basado en los testimonios de los familiares y los policías, la necropsia de las víctimas, las fotos y reconstrucciones del delito y de haber examinado personalmente los lugares donde el Monstruo asesinó.

La conclusión del grupo fue que el asesino era un narcisista obsesivo con delirio de grandeza, que guardaba dentro de sí un odio extremo hacia el amor físico, pero su locura era en cierto modo lúcida. Poseía una inteligencia extraordinaria, capaz de organizar y planear al detalle cada crimen, un conocimiento profundo de las zonas donde atacaba y una mano precisa para llevar a cabo el delito sin vacilaciones. Cuando disparaba siempre lo hacía con un tiro certero a uno de los puntos vitales del cuerpo de la víctima, mostrando su destreza en el uso de las armas de fuego, y cuando mutilaba los órganos sexuales lo hacía con una precisión fuera de lo común.

«Il Mostro» nunca actuó en el mismo lugar y siempre utilizaba la misma arma: una Beretta calibre 22, modelo Long Rifle. En total disparó 66 proyectiles, todos de la marca Winchester. La única certeza es que a pesar de los esfuerzos de la magistratura florentina, y tal vez a causa de varias pistas que durante varios años fueron ocultadas a la policía, el Monstruo de Florencia quedó impune.

La investigación duró ocho años, durante los cuales fueron interrogados más de 100,000 sospechosos, con la esperanza de que alguno de ellos fuese el asesino. Durante el año 1990, la atención se enfocó en un granjero de 68 años llamado Pietro Pacciani, conocido en la localidad de Mercatale por su afición a la caza y a disecar las piezas capturadas, lo que provocó que se le considerase el principal sospechoso de los asesinatos.

Pacciani había sido detenido en el año 1951 por el asesinato de un vendedor ambulante al que había sorprendido durmiendo con su novia. Después de dispararle y apuñalarlo 19 veces, violó el cadáver de la víctima. Rápidamente fue juzgado por el crimen y lo sentenciaron a cumplir trece años. Tras salir de la cárcel se casó y trató de formar una familia, pero fue de nuevo detenido en el año 1987, y hasta 1991, por malos tratos físicos a su esposa, y acoso sexual a sus dos hijas más jóvenes.

Desde el mismo día en que Pacciani fue detenido hasta las últimas entrevistas que le fueron realizadas antes de su muerte, siempre se proclamó «tan inocente como Cristo». Finalmente, el fallo se emitió en su contra y le declararon culpable de seis de los ocho crímenes, a pesar de que no se tenía prueba alguna que demostrase su participación; tan sólo algunos cartuchos de calibre 22 que la policía halló en su domicilio. Pero la opinión pública quería un culpable en la cárcel, y él era la opción más viable.

Pacciani estuvo cumpliendo condena hasta el 13 de febrero de 1996, en que fue absuelto por un tribunal de apelación cuando contaba con 71 años, después de que llegasen a la determinación que no había pruebas que le inculpasen directamente como autor de los terribles crímenes de «Il Mostro».

El mismo día que el Tribunal de Justicia de Florencia absolvió de cada acusación a Pacciani, fueron detenidos por su supuesta implicación en los crímenes dos personas: Mario Vanni y Giancarlo Lotti. Determinaron que los crímenes habían contado con la estrecha colaboración de Pietro Pacciani, Mario Vanni, Giancarlo Lotti y Giovanni Faggi. Todo esto sucedió de una manera tan rápida e imprevista, que muchos ciudadanos italianos creyeron firmemente que los investigadores sólo estaban echando culpas para ganar tiempo ante un caso que no eran capaces de resolver.

Para complicarlo todo todavía más, la Corte Suprema Italiana revocó la decisión de libertad de Pacciani el 12 de diciembre de 1996, después de que Lotti confesase que él junto con Pacciani cometieron los crímenes. El 21 de mayo de 1997, Mario Vanni y Giancarlo Lotti fueron enjuiciados por su implicación en cinco de los dobles crímenes. Los dos fueron sentenciados a 26 años de prisión.

Pacciani nunca cumpliría esta condena porque el 23 de febrero de 1998 le encontraron muerto en extrañas circunstancias en el suelo de su casa, con los pantalones bajados y su camisa alrededor del cuello. Como su cara aparecía azulada y desfigurada, la opinión inicial de la policía es que había muerto de un paro cardiaco, pero tras los exámenes post mortem, se determinó que se había suicidado ingiriendo una gran cantidad de medicamentos, aunque desde el primer momento la misma policía sospechó que lo habían asesinado lentamente, suministrándole medicamentos erróneos para su diabetes y sus problemas cardiacos.

Así, tras la muerte del principal sospechoso, los investigadores decidieron cerrar el caso del Monstruo de Florencia, no sin antes asegurarse que Vanni y Lotti estaban encerrados detrás de los barrotes de la prisión, a pesar de la gran cantidad de preguntas sin respuesta y de los puntos oscuros que rodeaban el caso. Poco después, el escritor Thomas Harris retomó el caso de «Il Mostro» y lo incorporó a su tercera novela, Hannibal.

En agosto de 2001, algunos investigadores retomaron de nuevo el caso de «Il Mostro» sin querer dar demasiadas explicaciones. Sólo declararon que tenían nuevas pistas que les conducían a pensar que el «Monstruo de Florencia» podía tratarse de un grupo de unas diez o doce personas adineradas, miembros de una secta religiosa, que ordenaban y pagaban los «trabajos» a los tres campesinos.

Entre las personas que presuntamente integraban el grupo se encontraban un conocido médico italiano, y un pintor suizo para quien habría trabajado Pacciani como jardinero, y en cuya casa se hallaron algunos recortes de prensa del juicio y varios dibujos de mujeres mutiladas, que según los investigadores, representaban a las víctimas de «Il Mostro».

Un mes más tarde, en septiembre de 2001, varios investigadores invadieron con una orden judicial las casas y oficinas de Aurelio Mattei, un psicólogo del Servicio Secreto Civil italiano (SISDE), y Francesco Bruno, un conocido criminólogo experto en psicopatología criminal de la Universidad de Roma, quien en 1985 realizó un perfil del asesino analizando su pulsión fetichista y religiosa, mismo que nunca llegó a manos de la policía.

Durante el registro les fueron confiscados varios disquetes, cuadernos y notas sobre los crímenes, fueron llevados a la comisaría para ser interrogados durante nueve horas seguidas sobre los homicidios, y luego puestos en libertad. Desde entonces no han sido detenidos formalmente, pero la policía ha dicho que estas dos personas podían haber ocultado y destruido pruebas, retrasando seriamente la investigación oficial. Indiferentemente a estos hechos, Vanni y Lotti permanecen encarcelados.

Desde estas últimas actuaciones policiales realizadas durante 2001 no se volvió a hablar del caso, hasta que el día 6 de julio de 2002 varios diarios italianos mencionaron unas mutilaciones sospechosas en unos tanatorios de Florencia. Al parecer, los empleados del complejo funerario Cappelle del Commiato se encontraron con que cinco de los cadáveres que estaban siendo velados mostraban unas extrañas incisiones en la cara.

Cuando sucedió el primer caso de mutilación en el cadáver de una anciana, creyeron que había sido desfigurada por algún animal, un perro tal vez, que habría entrado en el recinto, pero pronto desestimaron esa hipótesis por el tipo de cortes demasiado precisos. Un día después se percataron de que los cuerpos de otros dos cadáveres aparecían en un estado similar, y una inspección más detallada reveló que las mutilaciones habían implicado el retiro cuidadoso de algunos trozos de piel. Esto hizo que el Monstruo de Florencia volviera a ponerse en boca de todo el mundo, y en la funeraria se incrementaron las medidas de seguridad con más vigilancia nocturna dentro y fuera del edificio, aunque la persona que realizó las curiosas incisiones parecía conocer perfectamente el recinto y burló todos los dispositivos, no dejándose capturar ni por las cámaras recién instaladas.

La policía comenzó a investigar estas mutilaciones, y algunos agentes declararon abiertamente la relación de este fenómeno con el misterioso asesino en serie. Mientras tanto, el caso del Monstruo de Florencia sigue sin resolverse.

Espera pronto una nueva entrega con otro de los @HorroresHumanos, que nunca deben ser olvidados, para así jamás ser repetidos.

Fuente: escritoconsangre1.blogspot.com

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